Por Emilio Morales
La rápida irrupción y expansión del COVID-19 en todo el planeta ha pasado a ser el acontecimiento más catastrófico que ha tenido la humanidad en este todavía joven siglo XXI. El impacto de COVID-19 es más fuerte que desastres naturales como los huracanes categoría 5, tornados o terremotos, no por su poder destructivo, sino por su poder paralizante y desencadenante. Los tornados, huracanes y terremotos tienen una vida muy corta y carecen de poder de propagación a diferencia del virus, que su eliminación depende de la aparición de una vacuna para prevenirlo o de medicamentos que sirvan para tratar la enfermedad de forma efectiva. Ningún desastre natural tiene la capacidad de ocurrir al mismo tiempo en todo el planeta, ninguno tiene la capacidad de detener la economía de un planeta entero, el COVID-19 sí. Por eso, estimar el impacto que puede generar una pandemia como la que estamos viviendo se hace muy difícil.
Es un hecho que el COVID-19 ha detenido prácticamente a la economía mundial, ha desplomado las bolsas de valores, ha puesto al precio de venta del petróleo en el mercado internacional a un valor por debajo de su costo de producción. En el caso de la industria del ocio ha generado el quiebre de múltiples empresas, masivos despidos, interrupción de cadenas de suministros, paralización de transporte aéreo y terrestre, cierres de cientos de miles de hoteles, restaurantes, centros de entretenimiento, etc., y lo más importante ha parado el mecanismo de la industria de ser una fuente de generación de riqueza.
Este efecto de paralizar toda fuente de generación de riquezas se ha hecho extensivo a la mayoría de los sectores de la economía a nivel mundial y esta es la razón fundamental por lo que las remesas van a ser impactadas mundialmente. Si no hay posibilidad de trabajar, no hay remesas, es así de simple, como tan simple es el virus que nos ataca: una estúpida proteína con una cadena de ARN insignificante, que ni si quiera existe para matar o para alimentarse de otros. Existe para multiplicarse, copiándose desordenadamente en otras células sin ningún sentido, mostrándonos cuan vulnerables somos los seres humanos y las economías.
En el caso específico de América Latina las remesas provienen principalmente de Estados Unidos, Canadá y Europa. Estos países y regiones han sido fuertemente impactados por el COVID-19, sobre todo Europa (muy fuerte en Italia y España al momento de escribir este artículo) y Estados Unidos. Este último --ya convertido en el epicentro de la pandemia--, es el principal emisor de remesas a nivel mundial y específicamente a América Latina, pues más 78.2% de las remesas que llegan a la mayoría de los países receptores de América Latina como promedio provienen de los EE.UU., mientras que el 31.8% restante se reparte entre Canadá, Europa y otros países. Algunos países como Venezuela, Brasil, Paraguay, Colombia y Perú, por nombrar los más notables, dependen menos de EE.UU y Europa y más de mercados geográficamente cercanos a ellos de la propia Latinoamérica.
Teniendo en cuenta como se está comportando la pandemia y el impacto que está teniendo en estos momentos en las economías de Estados Unidos, Europa (principalmente España e Italia) y Latinoamérica, estimamos que para un escenario optimista las remesas podrían caer alrededor de un 20% y para un escenario pesimista podrían caer hasta un 30%. Todo dependerá de cuanto demoren los países emisores de remesas en controlar la pandemia y en estabilizar sus respectivas economías. Nuestra proyección pronostica declives de dos dígitos para todos los países de la región. Ver Tabla1.
Tabla 1. Remesas recibidas en América Latina, 2019 y proyección para 2020.
Fuente: Elaborado por Havana Consulting Group a partir de información publicada por el Banco Mundial, Bancos Centrales de 20 países, reportes de prensa y fuentes propias.
Factores a tener en cuenta para estimar el impacto
Para poder estimar el impacto de la pandemia hay que tener en cuenta diversos factores que de cierta manera se relacionan unos con otros.
- Países emisores de remesas que han sido impactados por el COVID-19.
- Nivel de impacto en las ciudades de los países emisores de remesas donde se asientan las migraciones de latinos.
- Nivel de desempleo generado por la cuarentena y el cierre de empresas.
- Capacidad de respuesta de los gobiernos para ayudar financieramente a las familias afectadas.
- Capacidad de respuesta de los gobiernos para ayudar financieramente a las familias de migrantes que no están regulados y que aportan cientos de millones de dólares a las economías de los países emisores.
- Capacidad de los gobiernos para combatir la pandemia y utilizar de forma efectiva los recursos que se requieren para enfrentarla (recursos financieros, logística de insumos, medicamentos, equipos médicos, estructura se servicios, capacidad hospitalaria, fuerza de trabajo del sector salud, etc.).
- Duración de la pandemia.
- Tiempo de recuperación de la economía de los países afectados.
- Tiempo que demora la aparición de un medicamento o combinación de ellos para tratar la enfermedad de forma efectiva y que ayude a detener la pandemia.
- Tiempo de aparición de una vacuna que permita su prevención y con ella la estabilización de la economía.
- Tiempo de recuperación económica de la población migrante de cada uno de los países emisores de remesas una vez controlada la pandemia.
Después de repasar la lista de los que consideramos son los principales factores a tener en cuenta para poder estimar el impacto del COVID-19, es comprensible que se hace muy difícil al no existir antecedentes de este tipo de situaciones en el mundo moderno.
Al momento de redactar este artículo ninguno de los países emisores de remesas que hemos mencionado había alcanzado el pico en la cantidad de casos positivos con el COVID-19. Por tanto, es muy probable que esta situación se prolongue por 8 y 10 semanas más como mínimo, lo cual nos pondría a priori en un paro laboral de casi tres meses desde que comenzó esta tragedia.
En este escenario que llamaremos optimista, el envío de remesas a Latinoamérica va a ir declinando paulatinamente al ritmo de que vaya creciendo la crisis. Por tanto, el volumen de transacciones va a disminuir, así como el valor de los montos en la medida que vayan pasando los días. Muchas de estas economías comienzan a pasar ha estado de hibernación para tratar de contener la propagación del virus. Esto va a generar un mayor cierre de empresas y una mayor ola de despidos que a la postre va a disminuir considerablemente la capacidad de envío de la población migrante, la cual va a priorizar su subsistencia, tratando de minimizar al máximo el gasto de recursos para poder enfrentar los meses de paro laboral que va a generar la lucha contra la pandemia.
Ahora mismo, muchas de las personas que envían remesas están sin trabajar porque están en cuarentena o porque han perdido el empleo. Sin embargo, tienen que seguir pagando sus cuentas (hipotecas o rentas, gastos de teléfono, luz, agua, comida, seguro médico, auto, etc.). Estas personas tienen que echar mano a los ahorros (los que tienen) o esperar por la ayuda del gobierno (en EE.UU los migrantes que no tienen Número de Seguro Social por el momento no van a recibir ayuda) que será bienvenida pero no suficiente. Ya entonces estas personas no van a tener excedentes en sus ingresos, ni van a tener siguiera ingresos, por tanto, su capacidad de enviar dinero se va a reducir drásticamente. En la medida que la curva de contagios siga subiendo, aumentará el tiempo de cuarentena y el tiempo de hibernación de las economías, por la que la curva de ingresos financieros de las personas continuará disminuyendo. Es obvio que hay una relación directa entre ambas curvas. En la medida que la curva de los contagios disminuya, la curva de los ingresos financieros comenzará a recuperarse. ¿Pero cuánto tiempo tardará en darse este escenario? Esta será la señal que dará inicio a la recuperación del mercado de remesas, lo cual cuando suceda no será de forma súbita, sino de forma paulatina al ritmo que se vayan recuperando las economías.
¿Quiénes se afectan y benefician en la industria de remesas?
Dentro del tejido empresarial que tiene la industria de remesas hay algunos que se van a ver afectados más que otros. Muchas MTO no tienen los recursos para soportar más de dos o tres meses una situación de cierre, van a tener que cerrar. Los agentes de MTO que no tengan el servicio digitalizado a través de una aplicación de celular serán muy vulnerables, corren el riesgo de perder cientos o miles de clientes. La pregunta es, ¿cuánto tiempo podrán aguantar el paro laboral y la cuarentena generada por la pandemia?
Dadas las circunstancias, el COVID-19 pudiera catalizar la migración de muchos clientes al uso de aplicaciones digitales para realizar sus envíos de remesas, lo cual es una oportunidad muy grande para los MTO que ya tienen en funcionamiento sus plataformas digitales a través de una aplicación. En este sentido, las empresas FINTECH tienen una oportunidad de oro para afianzarse y expandirse. Aspectos como la seguridad, comodidad y rapidez se convertirán en activos que harán migrar más rápido a los clientes a lo digital. A fin de cuenta ya todos los mercados latinoamericanos están listos para el salto, la telefonía celular está presente en todos y prácticamente con un 100% de cobertura. Solo faltaba un cambio de timón telúrico para voltear la industria de forma masiva a lo digital. Al parecer este golpe de timón lo podría dar el COVID-19. Es increíble que esto se produzca bajo estas circunstancias y no por una operación de marketing estratégico calculada y planificada. Esto nos muestra que las crisis y la vulnerabilidad también generan oportunidad.
La necesidad y las costumbres del ser humano cambian con las circunstancias. La industria de remesas no será una excepción. Las empresas que apostaron a la digitalización de sus servicios serán las ganadoras. En este escenario las FINTECH emergen como grandes competidores. Muchas de ellas podrían absorber las redes de MTO no digitalizadas y que ahora corren el peligro de extinguirse. Esto podrían convertir a las FINTECH en la vía más rápida para bancarizar a los no bancarizados. Los grandes perdedores serán las MTO que se resistieron al cambio para migrar a lo digital, las que no trazaron estrategias a largo plazo, las que no invirtieron los recursos cuando podían hacerlo, las que se acomodaron a su espacio de confort, por su tradición y liderazgo.
Conclusiones
Las remesas de América Latina tendrán un fuerte declive en el 2020 como consecuencia del impacto que está teniendo de la pandemia del COVID-19 en los principales mercados emisores a la región, principalmente Estados Unidos y Europa.
Casi el 80% de las remesas que llegan a la región provienen de EE.UU., quien es el primer emisor de remesas del mundo y que ahora mismo es el epicentro de la pandemia. Dicha pandemia, ha desencadenado una fuerte ola de cierre de empresas, ciudades enteras en cuarentena, la paralización de la industria del ocio y del sector de los servicios, entre otros sectores de la economía. Esta situación ha generado que, al cierre de marzo 21 solo en los EE.UU, tres millones de personas habían solicitado beneficios para desempleo, número que seguirá aumentando en el transcurso de los próximos días, en la medida que se agrave la crisis. No cabe duda de que la población de migrantes será una de las más afectadas. Los más vulnerables son los que no están registrados oficialmente y los que no cuentan con un seguro social, requisito que lo deja fuera de la ayuda recientemente aprobada por el Congreso de los EE.UU.
Para el segundo trimestre del año se proyecta que en EE.UU los despidos alcancen los de 47 millones de trabajadores, lo cual significaría una tasa de desempleo de 32.1%, muy superior a la tasa de desempleo de la Gran Depresión en 1948, según estimaciones publicadas en el blog del Banco de la Reserva Federal de St. Louis[1]. Esto sería un shock único para la economía norteamericana.
Tomar como referencia la recesión del 2008 para estimar el impacto que tendremos ahora con este nuevo escenario creado por el COVID-19 es un poco arriesgado, pues ambas crisis difieren de sus orígenes, comportamientos y soluciones.
Teniendo en cuenta el impacto que está teniendo la crisis generada por la pandemia en la economía mundial y específicamente en la de los EE.UU, la incertidumbre que genera el no saber cuánto tiempo podría demorar controlar la crisis y regresar a la normalidad, sobre todo, porque que todavía no existe una cura efectiva para combatir la enfermedad y tampoco una vacuna para prevenirla, --por el momento el aislamiento social y la cuarentena se imponen como los mejores remedios que tenemos en estos momentos para evitar su expansión--, nos lleva a visualizar un escenario de varios meses en este estado de hibernación económica, por lo que podríamos estimar que las remesas a América Latina podrían caer entre un 20 y un 30% en el 2020.
Como aspecto negativo ante la crisis, podríamos vaticinar que esta situación podría significar el quiebre y la desaparicion de muchas MTO que no cuentan con los recursos para soportar la crisis. Como aspecto positivo se da una buena oportunidad para las MTO que apostaron a la digitalización del servicio y para las FINTECH que han desarrollado aplicaciones para la industria de remesas. Desde el punto de vista del mercado, podría ocurrir un cambio en el comportamiento del consumo de los clientes, soportado en una fuerte migración de clientes hacia lo digital, en dependencia de lo prolongado que pueda ser esta crisis. En otras palabras, la crisis del COVID-19 ha generado un escenario caótico para la industria, pero al mismo una gran oportunidad para que la industria y el mercado se acomoden a la tecnología. A fin de cuentas, cuando esta crisis termine la industria de remesas volverá a levantarse, y quien sabe si con nuevos líderes y nuevas autopistas de envío.
REFERENCIAS
[1] Davison, Paul. “Unemployment could top 32% as 47M workers are laid off amid coronavirus: St. Louis Fed”. USA TODAY. March 2020. https://currently.att.yahoo.com/att/xandr/unemployment-could-top-32-47m-222902847.html