CUBA Y ESTADOS UNIDOS: LA RELACIÓN BILATERAL (SUMARIO EJECUTIVO)

ESTADOS UNIDOS Y CUBA: LA RELACION BILATERAL

Como ocurre siempre que cambia una administración, se abren de nuevo las discusiones sobre las políticas en curso, sean nacionales o internacionales, en busca de reajustes o nuevas definiciones. Ello invita siempre a los que tienen un interés político, económico o ideológico en redefinir el curso de alguna política, a involucrarse en el debate para cambiarla. Es normal. La proyección de Estados Unidos hacia Cuba ha sido siempre un buen ejemplo de esa regla.

Este memorando recoge de manera muy resumida el documentado análisis de más de sesenta páginas que hemos desarrollado y está ya disponible sobre este tema. Esperamos que sirva como una contribución positiva a la conversación en torno a la relación bilateral con Cuba.

CONSIDERACIONES GENERALES

  • Es necesario entender el problema para poder resolverlo. Cuba ya no es un estado revolucionario ni comunista en el sentido clásico. En Cuba la elite de poder militar es la que manda; el gobierno de Miguel Díaz-Canel administra y obedece. En alianza con la narcodictadura venezolana, dicha elite ha construido un estado mafioso moderno dentro del viejo estado burocrático. La elite monopoliza las instituciones militares, de relaciones exteriores y todas las empresas que generan dólares con un holding (GAE S.A.). Nadie puede fiscalizar sus actos y finanzas. Su lógica es puramente mercantil. Se han desentendido del estado de los servicios y seguridad social de la población por los que responde el viejo estado burocrático sin recursos ni instituciones rentables. Negociar con “el gobierno” sin obtener garantías de la elite de poder -cuyo núcleo central es la familia Castro y un grupo de militares y civiles allegados a ella- no conducirá a transformar sobre bases estables la relación bilateral. 
  • La política de EE. UU. no debe ser estado-céntrica y debe distinguir y priorizar la relación bilateral con el pueblo de la referida a la elite de poder. Ambos rieles de la relación bilateral deben desarrollarse con ritmos diferentes. La relación con la población debe ser directa e inmediata. En cambio, el desarrollo de la relación gubernamental con el Estado cubano debe ser, al decir de Raúl Castro, sin pausa, pero sin prisa. 

La posibilidad real de construir un acercamiento de EE. UU. hacia Cuba debe tener un objetivo primario bien definido: construir e impulsar una mejor relación del gobierno de EE. UU. con el pueblo cubano. 

  • Es necesario que Washington de garantías a los cubanos de que tendrán el apoyo de EEUU para que alcancen un buen futuro al corto plazo si luchan y transforman el actual sistema en una sociedad abierta, democrática, de mercado en que se respeten los derechos humanos. Y de que también tendrán el apoyo de EEUU en esa lucha por la democracia y los derechos humanos en el marco del derecho internacional.
  • Los cubanos saben que el sistema actual los condena al retraso, que el responsable de su situación es el gobierno, pero todavía dudan de si podrán alcanzar un mejor porvenir si cambiase la situación. EEUU puede y debe contribuir a superar su escepticismo. El pueblo debe saber que para alcanzar ese futuro a corto plazo podrán contar con la ayuda de EEUU. La prosperidad está al alcance de la mano si los cubanos transforman el sistema. El primer paso en ese proceso de transformaciones debe ser el levantamiento del bloqueo interno al desarrollo del sector genuinamente privado, campesino y urbano. Por otro lado, mientras esté vigente la Ley Helms Burton la normalización de relación plena con el Estado cubano no podrá tener lugar hasta que no se cumplan los requisitos codificados en esa Ley incluyendo la celebración de elecciones pluralistas, libres e internacionalmente supervisadas.
  • Sin una transformación sistémica radical ninguna ayuda externa salvará la situación. El modelo cubano no funciona, está en crisis y es irreformable. Esa situación genera ingobernabilidad que se expresa en conflictividad interna y presiones migratorias. Esta crisis es responsabilidad de la elite de poder militar cubana. La responsabilidad primaria por poner fin a ese estado de cosas descansa manos de todos los cubanos. 
  • La situación actual va a empeorar. Ningún crédito que se otorgue a Cuba sin que primero realice una genuina reforma sistémica será pagado ni sus intereses serán honrados. Gracias a la Administración Obama, Cuba pudo renegociar su deuda con el Club de Paris y otros acreedores, quienes le condonaron 42.000 millones en deuda y le extendieron el pago restante hasta 2033. Pero como no hizo reformas sistémicas volvió a caer en el agujero negro de la deuda. Cuba no pagó su deuda ni los intereses que habían sido renegociados con el Club de París en octubre de 2019 y este le ha impuesto una sanción del 9% de interés sobre su saldo. También incumplió el pago de la deuda renegociada con Rusia, que suspendió sus proyectos de inversiones en diciembre 2020, y China acaba de hacer lo mismo.   Ese siempre ha sido en seis décadas el comportamiento de La Habana respecto a su deuda externa. Según estiman los economistas, se espera que en esas condiciones el déficit fiscal en 2021 aumentará al 23,3%, el mayor desde los años 90. De otorgarse créditos privados que luego no fueran pagados, los acreedores terminarían declarando bancarrotas frente a los impagos y el dinero de los contribuyentes iría a subsidiar a la elite de poder militar cubana. Eso es inaceptable.
  • No deben hacerse concesiones apresuradas y unilaterales a la elite de poder. El resultado sería que seguiría aferrada al sistema que oprime al pueblo y lo hunde en la miseria. Lo que tiene sentido priorizar es el apoyo directo al pueblo cubano a fin de que pueda presionar y lograr que el gobierno emprenda las transformaciones necesarias hacia la libertad y prosperidad.  

RECOMENDACIONES

  • El pueblo cubano debe ser informado por Washington de forma clara que una vez se levante plenamente el bloqueo interno por el gobierno de Cuba, su sector de campesinos y emprendedores genuinamente privados podrá interactuar directamente con la economía de EEUU. Ello se traduciría en la creación de miles de empresas ofertando productos y servicios, esquivar la hambruna con una abundancia de productos alimentarios y la creación de millones de puestos de trabajo para los desempleados y subempleados. 
  • Se requieren tres circunstancias para retomar y empezar a avanzar en las relaciones bilaterales:
  1. El respeto de derechos humanos y laborales básicos. Entre ellos están el cese inmediato -de hecho y derecho- de la represión de las libertades de opinión, expresión, prensa, libertad académica, de asociación, manifestación, el fin del tráfico y explotación de trabajo forzado de los profesionales y médicos cubanos y la libertad de los presos políticos.
  2. La completa eliminación del bloqueo interno al desarrollo del sector emprendedor urbano y campesino, incluido el acceso libre y sin intermediarios del incipiente sector privado cubano al crédito, la inversión extranjera y el comercio internacional, el registro legal de sus tierras y negocios y la libertad de fijar los precios a sus productos y servicios según lo exija el mercado.
  3. La retirada del apoyo del personal militar y de inteligencia a la narcodictadura de Venezuela
  4. La toma clara y definitiva de responsabilidad por el gobierno cubano por el daño ocasionado por los llamados "ataques sónicos" -haya sido por comisión, omisión o ambas cosas- a los diplomáticos estadounidenses en la embajada de EEUU en La Habana y la garantía de no repetirse.

Ninguna de ellas requiere una decisión de Washington. Todas están en manos de Cuba y son parte de convenios internacionales de derechos humanos suscritos por La Habana. Las dos primeras contribuirían a iniciar una transformación del régimen de gobernanza que aliviaría de inmediato los conflictos internos, evitar una hambruna, facilitar que aunque permanezcan las sanciones al Estado cubano EEUU pueda interactuar con el sector privado y ayudarlo a mejorar las condiciones de vida en la isla. Todo ello redundaría en una disminución de la presión migratoria cubana. La tercera sería un paso importante para evidenciar la voluntad de Cuba de distanciarse de otros estados y actores no estatales involucrados en actividades criminales y subversivas en la región. Apoyar una narcodictadura criminal no es un ejercicio de soberanía. Sin este paso, se haría arbitrario forzar de nuevo la salida de Cuba de la lista de países asociados al terrorismo.

Cuba debe ser esta vez la que inicie, facilite y provea razones para un acercamiento entre los dos países, no los Estados Unidos.

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